LA LUCHA CONTRA EL FUEGO

Article publicat a La Vanguardia Española, el 28 de agost de 1964. pàgina 21.

Visita a Sabadell Mercadé

LA LUCHA CONTRA EL FUEGO

Historia de una institución – Hecatombes ciudadanas – Los Bomberos de ayer – Heroicidad y abnegación – Una hoguera en la noche

Los bomberos de Barcelona acaban de obtener el máximo galardón; la Medalla de Oro de la Ciudad. Su denodada labor, su Infatigable y constante servicio, sn heroicidad, y sobre todo su abnegación y espirita de sacrificio, bien merece este honor y que a la vez, según unánime desee de la urbe agradecida, sea mejorada su retribución, de manera decoros» y justa.
De largos años, el historial del Cuerpo constituye una de las páginas más simpáticas de la ciudad. Quien conoce de antiguo esa, crónica silenciosa y heroica es don José Sabadell Mercadé, arquitecto, ex jefe director del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Barcelona, Jubilado desde hace unos pocos años que mantiene fresca en su memoria las efemérides del Cuerpo y recuerda todas las desgracias que un día u otro han flagelado nuestra urbe.

BIOGRAFÍA DE UN JEFE
Sabadell Mercadé cursó la carrera de arquitecto en la Escuela Superior de Arquitectura, de Barcelona e Ingresó en el Cuerpo de Bomberos, con el cargo de oficial subalterno, el primero de diciembre de 1917. Los cuartetes y cuartelillo existentes cuando entré en el Cuerpo de Bomberos eran el Cuartel Central del Parque de la Ciudadela donde prestaban servicio los Jefes de guardia; el cuartelillo de la Sagrera —en el mismo lugar de hoy-; el Cuartel de Hostafranchs, en Tenencia de Alcaldía de aquella barriada, y el cuartelillo de Gracia en la Plaza de Lésseps. Mas tarde, en el año 1931, el cuartel Central del Parque se trasladó al edificio de la calle de Provenza esquina a la de Casanova, edificio sin acabar todavía.
Al ingresar en el Cuerpo, encontré de jefe al señor Andrés Audet Puig, que fue sustituido mas tarde por Emilio Gutiérrez Díez el cual fue sustituido por José María Jordán Poyatos. El 30 de agosto de 1927, ascendí a subjefe del Cuerpo y a finales del año 1954 a jefe director del Servicio por jubilación de mi predecesor señor Jordán.
El señor Sabadell es autor de una extensa obra “Historia del Cuerpo de Bomberos de Barcelona y de anteriores organismos para combatir los incendios en la misma ciudad 1379-1939”. Su erudición en la materia y sus propias experiencias -más de cuarenta años en el Cuerpo- nos permite formularle infinidad de preguntas, por ejemplo cuándo se tiene conocimiento oficial del primer incendio producido en Barcelona.
-El primero que se sofocó de manera organizada, origínose el día de Navidad del año 1379 en el templo de Santa María del Mar. Se sabe por la crónica que ardió el altar mayor y se produjeron grandes daños en la bellísima iglesia marinera. La organización de los servicios de extinción y salvamentos es relativamente moderna. Existieron si, antiguamente rudimentarias organizaciones contra incendios que actuaban empíricamente sin base científica alguna, y sin más conocimientos en los componentes de tales organizaciones que los adquiridos con su experiencia personal.

EL PRIMER INCENDIO
Pedimos que amplíe su información sobre los primeros incendios debidamente controlados ya por la historia y la documentación municipal.
-Por primera vez tenemos noticias de la intervención de los obreros del ramo de la construcción en la extinción de un incendio, en el que se declaró en la aduana de Barcelona el día 4 de abril del año 1608, que fue notificado a los “consellers” de la ciudad, cuando éstos se hallaban en la catedral. Acordaron que acudiera al lugar del incendio el Conseller cuarto para disponer lo conveniente para sofocarlo, hasta la terminación del oficio que permitiría a los restantes “consellers” acudir también. Suplicaron al señor obispo que terminara lo antes posible el religioso acto, obteniendo además del mismo, autorización para tocar la campana de Santa María del Mar. Ordenaron los “consellers” llamar por toda la ciudad, y mediante pregón, a los albañiles y carpinteros para que procedieran al derribo de muros y a sofocar el incendio.
-Por cierto –añade nuestro informador- sospechando que el incendio había sido intencionado, los “consellers” mediante pregón, ofrecieron 600 libras, monedas barcelonesas –equivalentes a unas 1.600 pesetas- al que denunciara al culpable del siniestro.
La memoria y la erudición del jefe jubilado de los Bomberos de Barcelona son realmente extraordinarias. Por él nos enteramos que a mitad del siglo XVIII empezaron a utilizarse algunas máquinas en la extinción de los incendios y durante muchos años continuaron combatiéndose los siniestros sin un plan, ni una acción conjunta y disciplinada hasta la primera agrupación en el año 1833. Estaba constituida por tres cabos albañiles, doce albañiles, quince peones, ocho carpinteros y dos cerrajeros, bajo la dirección y mando del arquitecto y maestro de obras del Ayuntamiento, don José Mas y Vila, el autor de la actual fachada del Ayuntamiento, y acaso, conjuntamente con Francisco Daniel Molins, autor de la Plaza Real, el mejor arquitecto y urbanista de a mediados del siglo XIX barcelonés.

LOS SUELDOS DE ANTAÑO
-A partir del año 1865 –una próxima efemérides a tener en cuenta- el Cuerpo de Bomberos quedó bajo la inmediata dependencia del Ayuntamiento y la dirección de los trabajos de extinción de incendios a cargo de los arquitectos municipales y sus ayudantes.
Nos interesamos por lo que cobraban los bomberos del ochocientos, cuyo número podía ser de 120 a 200.
-Considerando el jornal de doce horas, se pagaban en los casos de incendio a razón de 48, 44 y 40 reales a los capataces primeros, segundos o individuos, respectivamente. Si el tiempo invertido en la extinción de un incendio era de una o tres horas se abonaba un cuarto de jornal; si era de tres a seis horas, medio, si de seis a nueve, tres cuartos; y si pasaba de nueve, jornal entero. En los retenes de cuartelillos, teatros, bailes, etc, percibían los bomberos veinte reales de jornal.
Se habla todavía de la acción de los bomberos durante el pasado siglo, cuyo siniestro más importante fue acaso el incendio del Gran Teatro del Liceo en la noche del 9 de abril de 1861, y en el incendio del Palacio Real en la noche del 25 de diciembre de 1875.
Me intereso por la edad de los bomberos. ¿Cuál es la mejor para ejercer su arriesgado oficio?
-Cierta vez –replica el señor Sabadell- yo mismo, a lo largo de una conferencia, me formulé esta pregunta, muy difícil de contestar, por cierto. Muchas veces, durante mi larga y no interrumpida actuación en el Cuerpo de Bomberos, al conducir a un incendio al frente de un grupo de bomberos y notar antes de llegar al mismo su gran importancia, aunque designados aquéllos con anterioridad he pasado mentalmente revista para cerciorarme de quiénes me acompañaban e instintamente he quedado satisfecho cuando he visto mezclados bomberos jóvenes con bomberos de edad madura. Porque creo y he creído siempre, lo mismo ahora que cuando era joven, que no son los primeros ni los segundos los mejores para sofocar un importante incendio. El bombero joven, necesita la colaboración del bombero de edad madura, experimentado y con muchos incendios en su haber y el bombero maduro, necesita colaboración del joven impetuoso y pletórico de facultades físicas.

HOMBRES Y HECHOS
El antiguo jefe de bomberos de Barcelona recuerda hombres y hechos. –Al cabo de un año de haber ingresado en el Cuerpo se produjo un choque terrible entre un tren de la compañía del Norte y un tranvía en el paso a nivel de San Andrés. Hubo muertos y heridos. Al cabo de cuatro años se repitió el accidente, y en el mismo lugar. En el mes de mayo de 1919, cuando tantas cosas nos faltaba aún en el Cuerpo de Bomberos, estalló un violento incendio en unos almacenes situados en la calle de la Diputación e instalados en el local del ex teatro “Sala Imperio”.
La cubierta, de armadura de hierro y uralita, cayó muy pronto. Por cierto que al romperse la Uralita por la acción del fuego, daba la sensación de un tiroteo. La gente empezó a decir entonces que el Somatén guardaba allí sus municiones, lo cual no era cierto.
Nos interesamos por las hecatombes ocurridas en aquella época.
-En la primavera de 1924 se hundió parcialmente el túnel de construcción del Metro Transversal en la calle de las Cortes, entre Villarroel y Urgel. Hubo muertos y muchos heridos. Durante aquel mes se originó un gran incendio que destruyó totalmente los talleres “Nuevo Vulcano” de la Barceloneta. La extinción del mismo fue presenciada por el Rey, por el presidente del Directorio Militar y por todas las autoridades que se hallaban en Barcelona.
Evoca otras catástrofes ciudadanas, vivas en el recuerdo de muchos barceloneses.
-En abril de 1925, día de Jueves Santo, descarriló un tren descendente que provocó un gran número de muertos y heridos. En 1932 hubo dos incendios muy espectaculares, el primero en la calle de la Corribia y el segundo en los almacenes “El Siglo”, fuego que acabó rápidamente con dicho establecimiento.
Durante los años 1934 y 1935, por actos de sabotaje, se quemaron muchos tranvías y durante los acontecimientos del año 1936, el Cuerpo de Bomberos no paró ni un solo momento debido a la quema de conventos, iglesias, centros políticos de “derechas”, cas particulares y viviendas también de personas de “derechas”, etcétera. Durante la guerra también fueron muchos los servicios prestados por los bomberos consecuencia de la misma. Posteriormente recuerdo otro gran incendio en un depósito clandestino de películas viejas de la calle Roger de Flor y el cual ocasionó la muerte de 16 o 18 vecinos como consecuencia del óxido de carbono producido por la combustión del celuloide.
Hablamos de los incendios de los bosques que merman ya nuestro caso patrimonio forestal.

EDUCACIÓN CIUDADANA
-Hemos de tener presente –me advierte mi interlocutor- que tanto o más util que apagar fuego, es procurar que no se encienda. Por lo que, la protección y la prevención, tanto en el fuego del bosque como en los otros, es el medio mas eficaz para evitar la perdida de vidas humanas, de bienes materiales y la de los bosques que nos rodean. Para prevenirlos, no hay otro remedio que estudiar técnicamente las causas de cada uno de ellos y determinarlas siempre que sea posible. De esta forma, y con una intensa educación ciudadana desde la infancia, se reducirá a la larga, el número de incendios forestales.
La conversación con don José Sabadell ha tenido lugar en su acogedor hotelito de las Tres Torres. La proseguimos por las silenciosas calles de la barriada. Ha caído la noche lentamente. A lo lejos, en una montaña, brilla un pequeño resplandor. “¿Un incendio?” –insinúo-. El señor Sabadell se encoge de hombros, pero después, confiado, asevera:
-Si lo es, no tardarán en llegar los bomberos
Arturo LLOPIS